sábado, 19 de junio de 2010

Una relación pornográfica

Dice Juan Ribó que lo mejor que te puede pasar en el mundo del teatro es que pase el tiempo y lleves 25-30 años actuando y aun tengas esas mariposas en el estómago antes del estreno, a lo que Pastora Vega le contesta que está de acuerdo con él, que una tranquilidad excesiva es alarmante. Supongo que actuar sobre el mismo escenario que tu pareja también hace que veas las cosas desde otro punto de vista como les sucede a ellos en Una relación pornográfica el nuevo e insólito entreno nacional en Barcelona, en el Teatre Apolo.

La historia se explica mediante el recuerdo de ambos frente a un tercer personaje -incluido astutamente por el director argentino Manuel González Gil que además le presta su voz- que ejerce como el psicólogo de los dos en sesiones diferentes ya que han transcurrido 3 años desde entonces y no guardan relación alguna.
Él y ella se conocen a través de un anuncio en la sección de contactos de una revista -que él aún conserva- en el cual ella se describe físicamente y busca Un hombre para tener un encuentro puramente sexual y realizar la fantasía que ninguno de los hombres que había conocido antes había querido llevar a cabo con ella. Él decide acudir a la cita. Se encontraban cada jueves en el mismo café, la misma mesa y las mismas sillas. Incluso al principio, tímidos, se hablaban de usted -claro reflejo de lo frío, interesado y calculador del acto que ambos buscaban-.
Cada jueves el mismo retraso por no poder aparcar mientras ella esperaba tomando su café. Cruzaban dos palabras y marchaban a un hotel cercano. Siempre el mismo, la misma habitación, la misma cama y las mismas vistas, la misma locura y el desenfreno que con el paso del tiempo se convirtió en algo más que puro deseo sexual, porque no solo del amor nace el deseo, también al contrario y ellos lo demuestran a la perfección cuando parece que cada jueves se acerque un abismo lleno de miedo al compromiso, a sentir algo tan real procedente de un acto, en un principio, tan frío.

(Ella estaba allí esperándome como siempre y yo, como siempre, llegué tarde...)
-Lo siento, lo siento, lo siento. Imposible aparcar...
-Tranquilo.


(La noté preocupada...)
-¿Vamos?
-Hoy... hoy no me apetece; lo siento.
-Pero, ¿pasa algo, te encuentras bien?
-Si, si. Es simplemente que hoy no tengo ganas. Prefiero quedarme aquí y charlar, sol charlar.
-De acuerdo no hay ningún problema. Esto solo lo hacemos porque nos apetece, no hay que disculparse, ¿quieres tomar algo?
-Si, claro. Un café. No, no. Mejor, un descafeinado, gracias.
-Vale.
-Espera no, perdona. Mejor, mejor un té.
-De acuerdo, ahora lo traigo.
-Gracias.

-Aquí está, toma.
-Gracias.
(Me sentía muy a gusto con él, era como si... No, no podía ser eso, era algo imposible.)
-¿Te apetece salir del café, ir a pasear?
-¿Ahora? Pero si está apunto de llover...
-Hasta que llueva.
-Vale, paseemos.

-Cuéntame, ¿alguna vez has hecho una declaración a una mujer?
-¿Una declaración de que tipo?
-Pues una declaración de amor.
-Ah, no...
-¿Porque, nunca has sentido nada por ninguna mujer?
-Nada nada, no. Pero supongo que nunca he sentido algo así de fuerte por...
- Te amo, te amo como nunca he amado a nadie antes. Y sé que si me parara 10 minutos y lo pensara serenamente seguro que me daría cuenta de que esto que siento no es real pero es lo que siento aquí y ahora, y eso, eso es algo que nadie puede cambiar...
¿Estás llorando?
-No. ¿Te molesta ver llorar a un hombre?

-Claro que no. Me conmueve...


Deciden darse una semana para reflexionar sobre todo lo que está pasando, pero como él dice no hay nada que reflexionar. Y es así como el sexo y la pasión conducen al cariño, al miedo y al amor. A convertirte en un bloque de piedra que te incapacita, que no te deja pensar en otra cosa que no sea en el otro.



-No podía pensar en otra cosa, no podía ni siquiera hacer cosas. Incluso cuando me lavaba los dientes me quedaba pensando con el cepillo en una mano y la boca llena de dentífrico. Reflexionaba, no hice otra cosa hasta el jueves siguiente, incluso el mismo jueves reflexioné...
-Pero no había nada que reflexionar, ya estaba todo claro. La amaba a ella, y la quería junto a mí. Lo tenía decidido: quería que llegara el jueves.
Y cuando llegó el momento, el miedo hizo ver a cada uno en el rostro del otro la desilusión y la distancia inexistentes, el no que en ningún momento quedó dicho. El miedo les hizo perder una relación realmente maravillosa, algo tan profundo a esas edades que pocas veces se origina entre dos personas.
La obra es una verdadera tesis sobre el miedo al compromiso, el amor adulto y lo inesperado a veces de la vida. Incluye una puesta en escena sencilla pero perfecta para ambientar la historia y una banda sonora que sinceramente me enamoró. Pastora, una mujer muy, pero que muy elegante que encandila a cualquiera posee una voz realmente sensual que da un toque de erotismo a todo aquello que dice y hace que percibas detalles muy sutiles que se esconden en la sala, entre telones, suspiros y la tensión del público. Juan Ribó, que no flaqueó frente a la presencia de su compañera -tanto sentimental como profesional- hace un gran trabajo e interpreta al personaje de una manera muy natural. Pienso que ningún otro actor casaría tan bien con este papel.
La historia refleja lo que pasa cuando el amor verdadero nace de la pasión con la persona que te encuentras al girar la esquina. Pastora Vega, Juan Ribó no me queda más que decir que enhorabuena por éste gran trabajo porque como bien dicen el teatro es diferente cada día y porque es el único lugar en el que se puede crear algo diferente a diario. La función no es nada del otro mundo pero tiene una magia diferente que la sitúa entre mis preferidas y que hasta el momento encabeza la lista.



PD: En breve podreis disfrutar de un video de Pastora Vega y Juan Ribó en el programa de Buenafuente.

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