jueves, 16 de agosto de 2012

Y libranos del mal, Amén.

"La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella", decía Oscar Wilde. Y aunque nunca ha sido alguien que me interesara especialmente (miento más que parpadeo), tengo que reconocer que a veces creo que esto lo dijo pensando en mí -como el resto de mortales piensa, me temo-.
De vez en cuando nosotros nos situamos frente a las tentaciones. ¿Cómo? ¿Que son ellas? Aunque estemos altamente 
convencidos de lo contrario somos nosotros quienes las buscamos, quienes nos asustamos frente a ellas. Somos nosotros quienes decidimos que hacer o no hacer. Nosotros somos los que pecamos -y si siete pecados cometemos el octavo lo buscamos desesperadamente- y nosotros mismos somos los que después lo negamos e intentamos huir de ellas.
¿Qué? ¿Que a ti no te ha pasado nunca? Eso es lo que tú crees. Pero acuérdate de esto: seguirás pecando desde el mundo de ignorantes en el que vives.
Sin embargo, siéntete orgulloso: No hay nada más reconfortante y placentero que caer en la tentación y, encima, creer que no lo has hecho y sentirte libre de toda culpa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario