lunes, 1 de abril de 2013

Cordón de acero

Somos esa sensación tan dulce como amarga y tan placentera como dolorosa. Besarte, separarme y abrir los ojos lo es, que me sueltes de la mano, tener que colgar cuando hablo contigo, que te bajes del coche y aún te esté viendo, que parpadeé por necesidad. Que te duermas antes que yo lo es, que me despierte mucho antes que tú lo es. 
Que te diga cuánto te quiero cuando no estás delante, querer sentirte, saber que en menos de una hora voy a verte. Quererte de cerca, de lejos.

Amarte hasta el extremo y sin ningún límite aparente, a fin de cuentas, también lo es. Lo tenemos todo y no nos hace falta de nada. Lo agridulce de verte, el dulce de tus labios, el salado de los míos. 
La conexión más suave del mundo es nuestra, la fuerza del destino nos empuja y la lacerante sensación de echar de menos nos define.